Mi primer viaje sola

Me llamo Silvia Romero, soy exploradora de profesión. Desde pequeña soñé con ser una especie de Indiana Jones y parece que lo he conseguido, de hecho mis amigos me conocen como Silviana Jones.

Todo empezó con un simple paso, atreverme viajar sola.

Cuando miro atrás, no encuentro en qué momento germinó en mí el gen explorador, es probable que naciera con él. A veces creo que todos los seres humanos lo tienen innato, pero lo acallan con miedos. Si te fijas todos los bebes y los niños tienen curiosidad por explorar.

Un día como hoy, me levanto, es Navidad, y me han regalado una mochila de viaje nueva. Es preciosa, es perfecta, la miro como si fuera el mejor regalo que me han hecho nunca, y entonces soy consciente de que ya es hora de tirar la vieja, que he cosido y reparado infinitas veces en dieciséis años.

Dieciséis años que han pasado desde mi primer viaje sola a Helsinki.

Tenía, de hecho, precisamente 16 (hoy 32), cuando decidí con el dinero de mi paga semanal, ir a ver a una amiga rusa que vivía en San Petersburgo y que yo había conocido en un curso de francés. Ya os adelanto que nunca llegué a verla y que todavía hoy, después de tanto viaje, no he estado en San Petersburgo. Qué cosas.

Ya imaginaréis que juntando pagas de adolescente, pagar un billete a Rusia no era cosa fácil, me llevó bastante tiempo y también tuve que trabajar algunas horas en una tienda de chucherías junto al cole. Obviamente no podía pagar el billete directo así que encontré una alternativa por 200€ que era volar a Helsinki y de ahí tomar el tren.

Cuatro meses antes tenía el vuelo comprado y escribí a mi amiga para pedirle ayuda con el visado.

La embajada lo dejaba bastante claro, necesitaba una invitación firmada por ambos países si quería alojarme en una casa local y yo no tenía dinero para hoteles.

Mi amiga me aseguró que se acercaría a la embajada española en San Petersburgo y escribió allí la carta que debía llegar a España y volver, pero sorprendentemente pasados los 4 meses el proceso no estaba completado, mi "amiga" desapareció y me quedé colgada con un billete que me había costado meses de mucho esfuerzo conseguir.

Así que sin ninguna duda, pero con muchísimos miedos, tomé aquel vuelo, aún sabiendo que nadie me esperaba en Finlandia, y que no sabía absolutamente nada de ese país, salvo que hacía frío.

Si me encontrara hoy con aquella amiga, debería invitarle a algo, porque me hizo un regalo que cambió mi vida para siempre: Viajé sola por accidente, tan joven, y lo pasé tan bien, que ya nunca más esperé a nadie para ir a donde quería.

En los 16 años siguientes visité 101 Países. La mayoría sola. Y por eso me encuentro ahora escribiendo un libro que recopile todas esas aventuras.

Créeme cuando viajas sola la aventura alcanza otro nivel, estas más despierto, alerta, y en consecuencia te suceden muchas más cosas mágicas.

La primera magia es que recuperas la esperanza en la humanidad que la competitividad de la urbe te había hecho olvidar. No importa en qué dificultad te encuentres, mantén la calma, porque un ángel vendrá a ayudarte. La gente de este planeta es así de maravillosa. Solo mantén la calma y explica tu problema.

Recuerdo una vez que me picó una medusa en una isla desierta, y de la nada salió una indígena de unos arbustos, se sacó unas plantas de los bolsillos, las machacó con agua y me las aplicó, cuando fui a darle las gracias había desaparecido de nuevo. ¿Dime, no es eso magia?

Cuando viajas acompañado, no sucede. De alguna forma sin darnos cuenta enfocamos nuestra energía en la/s personas que viajan con nosotros perdiendo un millón de oportunidades de vivir cosas diferentes.

Hablamos menos con los desconocidos, porque ya tenemos la cháchara cubierta... sin embargo sola... ¡me he visto hasta hablar con los árboles!

Enseguida me hice tremendamente adicta a viajar, porque me sacaba de la monotonía que impedía distinguir un día del siguiente. No podía creerme la cantidad de cosas que se aprendían en un sólo día, de todos los temas existentes. Cosas que además, como no son leídas sino experimentadas, se quedan para siempre.

El crecimiento personal era tan grande que en muchas ocasiones regresaba sin tener absolutamente nada que ver con la persona que se había ido.

En el camino que buscamos todos, de llegar a nuestra mejor versión, éste parecía claramente un atajo. Así que decidí que iba a dedicar mi vida a conocer el planeta en que vivimos, los rincones más remotos, y las culturas más vírgenes.

Pues para conseguir mi objetivo, lo primero que tuve que quitarme, fue la necesidad de esperar a que alguien tuviera dinero y tiempo de viajar conmigo, quitarme esa idea me permitió viajar más deprisa, a más sitios. Es una lástima no perseguir aquello que dicta tu corazón, porque estas esperando a otra persona, el tiempo se marcha y no vuelve, y las posibilidades de que a otro ser le apetezca y pueda hacer lo mismo que tu quieres, no están siempre de tu lado. No esperes a nadie, ni siquiera a alguien que amas, porque si le amas de verdad sabrás cuando cada uno debe tomar su camino y satisfacer su hambre por su lado, para luego re-encontrarte. Las personas que no saben ir a ningún sitio sin su pareja, sin un amigo, sin la familia, y en definitiva, no saben tomar decisiones desde la soledad, están frenando constantemente oportunidades increíbles de la vida. Dejando pasar el tren de ser ellos mismos, porque en el acuerdo de no hacer nada sin el otro, te dejas a ti de lado para ser el otro.

No esperes a que te acompañen, ves tú a por tus sueños.

Los primeros días vas acojonada, claro lleno de ideas que alguien ha metido en tu cabeza sobre lo peligroso que es, o lo mal que se siente uno en soledad. Pero es la idea de que viajar o hacer cualquier cosa sólo es triste, el error que está frenando tu vida.

No habrá pasado ni una semana cuando bendigas haberte marchado, habrá momentos en que quieras estar sólo y no te dejen, porque conocer gente es constante, hablas con el de al lado en todos los transportes, y en los restaurantes, también por la calle y en el Hostel.

Si eres introvertida es lo que necesitas. Si eres extrovertida es lo que necesitas. Yo no era social, hasta que empecé a viajar sola, ¡vas a sorprenderte! La necesidad de hablar con alguien derribará todos los muros. Y si por lo contrario, eres súper social, también vas a sorprenderte, porque conocerás a alguien a quien no te han presentado nunca, y de quien vas a enamorarte para siempre, a ti misma.

Imagínate lo agusto que me encontré viajando sola, que hice de ello mi profesión y mi vida, estudié historia del arte, me convertí primero en guía de turismo, luego en tour Manager y finalmente abrí una agencia de viajes únicos @afriendinthecity. Decidí, incluso, ser madre sola y continuar explorando el mundo con mi hija, que con un año de vida ha visto ya 16 países. Imagínate que hubiera cancelado aquel billete porque mi amiga me dejó tirada, como hace tanta gente.


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